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| Delaroche, Paul. The Young Martyr/Ophelia 1853 |
Así como la abeja en si misma no tiene mayor importancia ni sentido de la existencia sin su colmena, es dependiente a nivel vital de los intereses únicos de la abeja reina y a nivel inferior de las demás abejas que sostienen el modelo de relaciones laborales en la colmena. La enajenación total del ser genera una maquina sin mente, sin un concepto propio del mundo, ni de su existencia.
¿Como mis metas y sueños pueden ser elaborados por otras personas?
La burguesía y los grandes poderes fácticos trasforman la realidad mediante propaganda encubierta, publicidad y manipulando a la opinión pública para mantener un marco jurídico apto para gobernar desde el panóptico, mientras se niega a la humanidad el libre desarrollo y evolución de su espiritu como especie. Esto se debe en gran medida a los sesgos del egoísmo humano, el cual se fundamenta en los miedos más primitivos (muerte, soledad, etc.). Quienes disputan los espacios de poder privan a las personas de vías alternativas hacia una evolución en conjunto o como colectividad humana, ya que guían al mundo hacia una realidad torcida, en la cual nuestras diferencias culturales nos enfrentan mediante las cualidades que nos diferencian como la xenofobia o el racismo, en una sociedad donde el éxito se convierte en una carrera por conseguir bienes materiales y experiencias placenteras por montones, objetivo que en el periodo contemporáneo a marcado la conciencia de los humanos que viven en las redes sociales de internet, escalan grandes montañas o visitan todos los países posibles por conocer solo para tomarse selfies y alardear al resto sobre sus logros.
Sin duda el poder que nuestras elecciones les ha otorgado a quienes controlan el mundo les permite alcanzar artificialmente un título de dios, pudiendo haber alcanzado en otra realidad y como colectividad unificada humana ese título mediante el cultivo de la empatía y el desarrollo de nuestra conciencia sutil.
Uniendo nuestras almas y deseos en un solo gran flujo de pensamiento sintiente y pensante, con los animales, con la tierra, con la naturaleza y con el universo lograríamos un salto sin precedentes en nuestra evolución como especie, pudiendo al fin "caminar todos juntos hacia una misma meta", como una sola supermente, como un gran ojo en la galaxia, siendo uno con los animales, plantas y el planeta, comprendiendo que los animales no existen para ser comidos, sino más bien para vivir libremente como nosotros, comprendiendo que los recursos naturales se disponen para facilitarnos las vida y no para complicárnosla.
Los humanos tenemos mucho ego por poseer la capacidad de razonar y aún así han pasado miles de años y no hemos sido capaces de resolver la problemática económica de distribución, la posibilidad de que los recursos del planeta sean dispuestos horizontalmente y todos puedan acceder a un estilo de vida pacifico y digno, cuestión en la que actualmente se nos va la vida, tratando de sobrevivir mediante la explotación laboral y el cumplimiento de expectativas sociales de exito material.
Dormimos a nuestra inteligencia mientras aprendemos contenidos muertos bajo un método conductivista para luego salir de esa cárcel llamada escuela, insertarnos en una universidad donde te forman como un engrane para el sistema, dominando saberes técnicos e inconexos con otras disciplinas del saber, para apartarnos de una posible reflexión holística. Luego, al salir de la universidad o del centro de formación académica como "especialistas" nos insertamos en un ambiente laboral lleno de exigencias, competitividad, explotación, burocrácia, rutina, entre otras cosas que van degradando el espíritu de aprendizaje, debido a la decepción, al cansancio y al estrés propio de nuestra sociedad contemporanea.
Pudiendo haber alcanzado y superado la cúspide de la evolución Lemuriana mediante el amor, fabricamos guerras, nos clasificamos como los dioses de la tierra, siendo parásitos o más bien un virus que no contento con exterminar su mundo, pretende invadir otros planetas para autopreservarse, debido al miedo perpetuo de morir y no trascender...de alguna manera buscamos ser dioses y escapar a la naturaleza de la vida, caminando inertemente por los senderos de la historia. Me pregunto hasta que punto las leyes de la causalidad permitirán nuestra rebelión divina ¿o es que llegará una etapa en la que aprendamos a caminar juntos y en paz viendo lo ilusorio de nuestra realidad sin miedo?.
SOMOS UN INSTANTE EN LOS EONES DEL TIEMPO.
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